Te conocí sin querer, de casualidad, de golpe, y bendito golpe.
Y empezó el Juego.
Caíste en manos equivocadas, en labios equivocados (dime que mis manos no encajan mejor en tu cintura, o que mis labios no queman en tu cuello), y aún así aquí estamos.
Somos dos príncipes Disney que se quedaron sin princesa (oh, que mal), dos renegados que lo único que desean es respirarse.
Me encantas.
La curva de tu boca, las líneas doradas que recorren tu barbilla, tu espalda que es mi lienzo para pintar nuestras tardes de estudio, o nuestras mañanas de cafe, o nuestros viajes a Dublin a por cerveza...
No soy el primero en pintarte, pero ojalá me des tiempo para memorizarte, para aprenderte, para conseguir retratarte a oscuras y con los ojos vendados...
Me encantas.
Te quiero, Je t'aime, Te voglio, I love you... Mierda de idiomas que no tienen palabras suficientes, que no se acercan ni a un millon de kilómetros de lo que quiero expresar.
Digas lo que digas, el príncipe aquí eres tú. Mí Príncipe, mi chico Disney, pero ni si quiera te hace falta sangre azul, porque la mia arde al mínimo contacto de tus manos. La más leve caricia despierta en mí un volcán de emociones y escalofríos...
Me encantas.
Y me tienes encantado.
Te quiero R