lunes, 22 de mayo de 2017

22/05/2017 Madre de Dragones.

Algún día, si mis hijos me piden que les cuente una historia antes de dormirse, no dudaré ni un solo minuto y les hablaré de la historia más bonita jamás contada.

Érase una vez una reina que no tenía ni corona, ni trono, ni reino. Vivía en un castillo de torres rotas, y se pasaba el día reparando sus muros.

¿Y por qué era una reina si no tenía nada, papá?

Porque lo tenía todo, pero lo utilizó para construir ese inmenso castillo y así poder cuidar de tres pequeños dragones. Tres dragoncitos que no paraban quietos y no hacían más que jugar y romperlo todo. La reina les ayudó a salir del huevo, los lavó, los mimó y los vio crecer. Y los dragones se hicieron graaaaaaandes grandes, y comían mucho, y jugaban mucho, y rugían mucho. 

Pues anda, si daban más problemas que alegrías....

Sí, pero la reina tenía un secreto: Sabía que los dragones le darían muchos quebraderos de cabeza, y que para ella los días serían de cien horas, y que las noches durarían tres. Sabía que los aldeanos llamarían a las puertas y le pedirían que echase a los dragones, que se los llevase de allí. Sabía que los dragones se harían grandes y tendrían que dejar el castillo algún día. Pero hasta ese momento, ella luchó minuto a minuto para que los dragones fuesen felices. LOS QUERÍA. y los dragones la querían más que a nada en este mundo.

Un día, la reina pensó que si trabajaba más podría hacer que los dragones estuvieran más a gusto y así fuesen menos traviesos, así que mientras salía del castillo, decidió dejarlos a cargo del mayordomo; un hombre un poco extraño y que nunca había mostrado especial interés por los tres monstruitos. Así pasaron los meses, y la reina llegaba tan cansada al castillo, que apenas veía que sus dragones habían perdido el brillo de sus escamas, o que ya no rugían tan fuerte como antes. Hasta que un día, miro a los ojos de uno de ellos, y vio todo lo que el malvado mayordomo les había estado haciendo, y NADIE tocaba a sus pequeños dragones. 

Ideó un plan para poder huir del castillo y volar muy lejos con ellos. Lejos del mayordomo y de su perversa mente. Lejos del infierno en el que estaban convirtiendo el hogar que tanto le había costado construir. Pero el mayordomo sabía de las intenciones de la reina, y no pensaba permitir que fuese ella quien huyese con unas criaturas tan valiosas, así que se decidió por encerrarla en su propio castillo para mantenerlas cerca.

¿y qué pasó papá? -chssss, más bajo, que tu hermano ya está dormido-.

Pues que los dragones no iban a permitirlo. ¿Cómo iban a dejar que le hicieran eso a la reina? ¿A la persona que los había traído a este mundo? ¿A la mujer que había peleado contra reyes y aldeanos por mantenerlos a su lado? ¿A esa reina que había dado sus años sin dudar un instante por ellos? 

Los dragones se dieron cuenta de que nadie los iba a tratar como ella. Que fuera de esas paredes les perseguirían y les harían daño. Así que distrajeron al mayordomo mientras liberaban a la reina, y se la llevaron volando hasta el palacio de los Leones, donde vivía su familia, y desde allí removió cielo y tierra para buscar y encontrar al mayordomo, y que pagase caro el daño que había hecho a sus dragones. Y lo consiguió. Ella misma se enfrentó a él y le venció, y los soldados del León apresaron al mayordomo y lo encerraron, y todo el mundo supo que la reina era la mujer más fuerte, valiente y entregada del reino. Todo el mundo la miraba con respeto, y la querían, y sabían que los dragones ya eran grandes, y que la protegerían con su vida si era necesario. Y...

Vaya. Ya se ha dormido. Siempre en el mismo momento de la historia... Bueno, mañana me pedirán que se la cuente otra ve... 

-Papá... Yo quiero conocer a esa reina...  tan buena y tan... tan valiente algún día...-

 -Pero si ya la conoces cariño... Ya la conoces. Es tu abuela.



Para la futura mejor abuela del mundo. Para la mejor madre actual y para la mejor mujer que conozco y conoceré nunca.

GRACIAS MAMÁ.