domingo, 29 de marzo de 2020

29/03/2020 Hallelujah o la historia de un beso


Esto es para ti, que callaste y otorgaste solo por verme libre. Esto es para ti, que te has convertido en mi faro en la tempestad. Esto es para ti. Solo tengo letras que ofrecerte. Letras que lloran, que duelen, sí, pero también letras que arden, que adoran; letras que aman. Estoy donde siempre había querido estar, solo espero quedarme. Quiero quedarme, porque jamás me había sentido más seguro que contigo. Nos van a faltar botellas de vino en el mundo, nos van a faltar bares abiertos, sillones y camas, nos van a faltar horas en el universo, pero las que tengo las quiero pasar contigo. Te quiero.


¿Quién iba a imaginarlo?
¿Quién iba a pensarlo siquiera?
¿Quién osaría?
Dime quién.

Me arrancaste de los campos de batalla, 
de mis "sin tregua ni cuartel", 
me cambiaste la sangre por vino,
me hiciste soltar esa copa rota, 
y aún con mis labios partidos
te besé.

Me besaste.

Fue como coger aire al salir del agua,
como secarse al sol después de una tormenta,
como despertarse bajo el calor del edredón.
Como abrir los ojos en una mañana soleada de agosto.

Me abrasaste la sangre y los deseos,
los demonios,
mis demonios,
los quemaste vivos 
uno a uno.

Descendiste a mis infiernos
y no gritaste. 
Abrazaste mi sombra y mi amor por los gatos negros,
por las noches en vela
y los estómagos vacíos.

Me abrazaste como a quien le va la vida en ello,
y me juraste la muerte de Dios.
Me trajiste el fuego, 
la llama,
un incendio digno de la propia Alejandría,
(te escribirán cantares)

Y grité.

No a pleno pulmón, 
no,
ellos aguantaban el aire de tu cuello, 
tu olor,
a ti.

No.

Grité,
con toda mi esencia, 
de furia,
de éxtasis,
qué mas da.

Eres luz.

Una luz tan cegadora,
tan pura,
tan maravillosa,
tan tú.

Me tendiste la mano en medio de mi caos,
en medio del estruendo de mis tambores de guerra,
y me agarraste tan fuerte...
(no me sueltes)

Tengo mil años en el alma
y vivirá mil años más,
y jamás,

-jamás-

Olvidaré el brillo en tus ojos,
el temblor en mis manos
(y en mis piernas)
el calor en mis mejillas y el fuego en las tuyas,
la fuerza de tus brazos,
tu pecho contra el mío,
en medio de aquel ruido que era mi vida
y que tú transformaste en melodía.

jamás olvidaré todo lo que llegó al separar mis  labios de los tuyos.

...