martes, 23 de marzo de 2021

23/03/2021 Armadura

 

Sigo siendo el mismo idiota de siempre,

sigo llorando a escondidas, al compás de una guitarra,

sigo gimiendo al son del rasgueo en re menor.

 

Sigo engañándome, indolente y complacido,

culpando de la guerra a soldados ya muertos,

sigo aferrándome a mi armadura

–las cinchas tensadas–

desde hace tanto tiempo que ya no sé si lo que escondo

es la piel o las heridas.

 

Sin cicatrices.

 

Día tras día trato de anestesiarme,

de anularme, calmarme,

lo que sea

con tal de no pensar en lo que pienso.

Escondo al guerrero herido, moribundo,

tras placas de frialdad y sarcasmo,

de estúpida ironía,

de dramas humanos y cotidianos.

 

Noche tras noche

me dejo llevar

por mis manías,

mis rituales,

mis malas costumbres,

dormir, aunque no descanse,

comer, aunque sin ganas,

sonreír y bromear,

cuando por dentro me noto morir,

calor frío en mis entrañas,

calambres y puños atenazando lo que sea que lleve dentro,

un alma en ruinas,

arruinada.

 

Me encerré en mi torre de marfil

y hoy me doy cuenta de que no puedo salir,

o no quiero,

o no me dejo.

 

Me escudo en que ya basta,

Ya está bien,

–por qué a mí–

que ya no me toca,

que ya es suficiente.

 

Caos

Angustia

Dolor

Pena

 

Pena que duele, por ser pena de uno mismo.

El no ver la luz del sol, y cada amanecer apartar la vista,

llorar de noche cuando sólo ve la Luna,

chillar de espanto frente a mi reflejo,

romper todos los espejos,

hundirme en el lago de Narciso

con los ojos bien cerrados.

Esperar lo inesperado,

pedir peras al olmo,

morderme los labios dormido,

buscar aquellos abrazos envenenados,

desear sentir aquel dolor tan placentero,

aquella dulce locura de amor emponzoñado,

de ser héroe y no villano,

cuando mi vida dedico

solamente a hacerme el muerto.

 

Mirada fija en el horizonte

sin verlo,

con la brisa primaveral acariciando mi pelo,

pero añorando aquel viento otoñal

cargado de flores muertas

que desembocaba en piel,

sexo y violencia.

 

Sigo sin saber qué escondo

aún hoy bajo la armadura:

piel y huesos,

sangre,

quizás nada,

quizás todo,

quizás a mí.

 

Quizás a ti,

 

Puede que a nosotros,

  o seguramente a nadie.