Quizá es verdad que busco algo que no existe. Quizá es cierto que sólo persigo humo y cuentos que he aprendido a fuerza de escucharlos todos los días. Quizá estoy loco por seguir creyendo en ellos.
Igual es cierto que la persona perfecta no existe. vale, sí, eso es verdad, pero que nadie me diga que no existe alguien que es perfecto para cada uno. Esa persona a la que admiramos, por la que nos levantamos cada mañana, por la que hacemos tantas estupideces.
Esa persona, esos rasgos que te quedarías mirando horas y horas: las líneas de su mandíbula, de su nariz, de su frente... Esas líneas que te llaman hasta en sueños, hasta cuando no quieres (o no debes). esos ojos... esos malditos ojos verdes en los que te reflejas, esos jodidos ojos verdes que cambian tan sutilmente con el ambiente, esos ojos que parecen sacados de las pesadillas más eróticas. Esos ojos que por la mañana te miran con la inocencia de un recién nacido pero que arden con la misma pasión y lujuria que ocho horas antes. Esos ojos que te has aprendido de memoria, tan profundamente, que serías capaz de dibujarlos con los tuyos cerrados. Esos ojos por los que, en otros tiempos, habrían escrito finos poemas y por los que habría suspirado toda la puta corte de Carlos V. Esos ojos de brujería que te roban el aire de los pulmones, que modelan su forma para que no puedas resistirte a ellos.
Y qué decir de sus labios... Perfectos, plenos, oníricos y ominosos, que se mueven para herir con sonrisas o con muecas, que laten al ritmo de ese corazón que tan poco te pertenece, que esconden todo el aire que te gustaría tener en los pulmones... Esos putos labios que te quitan el sueño, y que te arrancan gemidos al roce con tu piel, y que te prenden fuego con un simple toque.
Nada comparable a su cuerpo. Ese del que tan poco orgulloso estaba, a pesar de que Miguel Ángel habría destrozado su David y todo el canon si lo hubiera visto. Ese cuerpo que encaja tan bien en tus formas, tanto que parece hecho sólo para tí (no te hagas ilusiones) y que recordarás cada segundo de esta larga y corta vida como si ayer mismo se entrelazase con el tuyo. Ese cuerpo que, incluso a contraluz, sugiere mayores tesoros que cualquier cofre repleto de joyas. Ese cuerpo que te persigue, pero no lo suficientemente rápido como para atraparte en sueños...
Y cuando todo esto pertenece a alguien que sabes que te defendería a muerte, que moriría y mataría por tí, que te daría todo lo que muchos pueden prometer pero nadie conseguir, que es capaz de secuestrar sonrisas incluso en los días más vacíos, que es capaz de hacer que tanto las lágrimas de tristeza como las de alegría, tanto los escalofríos como los llantos, tanto el silencio como las palabras merezcan la pena....
Y cuando todo esto pertenece a alguien con quien te gustaría levantarte cada mañana y acostarte cada noche, sabes que lo has encontrado. Ahí está.
Pero esto solamente existe para los que creemos en la magia, en lo imposible, en lo absurdo.
En lo sobrenatural.
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